
Los seres humanos ya tenemos una identidad digital.
Podemos asignar una identidad digital a los árboles.
Su corteza es su huella única e irrepetible. De este modo podemos conocer la especie, la edad, sus propiedades, sus necesidades, su aportación al entorno y al ciclo vital...
Es un proyecto descomunal e interminable. Por ese motivo es preciso implicar a los niños, jóvenes, adultos y tercera edad a que colaboren.
Solamente por el hecho de comenzar a realizar las tareas de identificación y asignación de cada árbol a través de su corteza irrepetible comenzamos un camino de mayor aproximación a la naturaleza y de reconocimiento de cada elemento único que la integra. Mayor proximidad, mayor respeto, mayor consciencia...
La tecnología nos acerca más y más a la vida y a la naturaleza.